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Viajando en el metro CDMX

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Como están? Les contare una aventura que me paso en el querido metro de la ciudad de México hace un par de años, comenzaré por describirme un poco, soy castaña, ojitos color cafe, con una colita paradita, tetas chiquitas pero firmes, creo que lo más rico y atractivo de mi cuerpo es mi trasero, tengo piernas firmes debido a desde muy pequeña mis padres me inculcaron a practicar siempre algún deporte, en ese entonces tenía 23 años… debido a que tengo un bonito cuerpo me encanta vestirme provocativamente y siempre me las arreglo para tener vergas duras pegadas a mi trasero y me encanta que la manoseen.

Hace dos años que sucedió esto que les voy a platicar, no tenía auto y tenía que tomar el metro para llegar a mi trabajo que quedaba a un par de horas de mi casa, hasta el otro lado de la ciudad, siempre que tenía que tomar el metro me metía en los vagones para hombres (aun lo sigo haciendo) ya que en México debido a estos manoseos, han separado vagones para hombres y mujeres en las horas picos.

Esa mañana en cuanto desperté me sentía muy caliente no sé porque, tal vez tuve un sueño mojado o algo así y fue por eso que desde que desperté tenía una calentura lujuriosa increíble, mientras me bañaba se me ocurrió que quería una aventura en el metro para bajar mi temperatura, me vestí sexy como de costumbre, con un vestido azul celeste medio transparente q apenas me cubría las nalguitas, sostén blanco que se notaba a través del vestido, una tanguita igualmente blanca y zapatos de tacón alto, salí lo más pronto posible de mi casa ya que mientras más temprano tomas el metro más lleno va, ya se pueden imaginar una preciosa chica caliente subiéndose al vagón de los hombres una mañana donde el metro va lleno.

El metro tardo un poco en pasar, el andén ya estaba lleno y cuando paso llegó el metro iba tan lleno que ni siquiera hice el intento por subirme, así deje pasar un par de trenes más hasta que llego uno con un poco de espacio para subirme, al subir yo también varias personas más subieron detrás de mí, de hecho puros hombres (que casualidad), me empujaron para poder entrar ellos y quede justo a la mitad del vagón rodeada y apretadísima de puros hombres, frente a mi quedo un chico que llevaba abrazado su portafolios, era más alto que yo y su portafolios quedaba justo a la altura de mis pechos, cuando el metro avanzó y llegó a la siguiente estación increíblemente entro más gente apretándome aún más, al chico del portafolios lo empujaron más y al moverlo se giró un poco moviendo mi vestido de su lugar y rozando mis pechos, al seguir su marcha el metro el chico aprovechaba por rozar mis pechos diciéndome:

- Perdona, pero están empujando de atrás…

Yo siendo una chica comprensiva, le di una sonrisa con un ‘no te preocupes’.

Esta respuesta solo le hecho leña al fuego y de inmediato comencé a sentir una lluvia de manos sobre mis piernas y mis nalguitas.

Me agarraban el culo con palmas abiertas, no tardaron casi nada en levantar mi vestido y meter manos por debajo de este, metiendo dedos entre mis cachetes y los que podían introducían dedos en su conchita, haciendo a un lado la fina tanguita blanca, Comencé a respirar hondo para evitar gemir en voz alta. Eso es lo que estaba buscando desde que desperté, la lujuria de ser atacado por incontables manos por todo mi cuerpo, mi vaginita de inmediato se humedeció, varias manos empujaban mis muslos, queriendo abrir mis piernas, y poco a poco lo iban logrando, el chico de enfrente se dio cuenta de lo que pasaba por debajo y de mis gemidos ahogados, pero él no podía hacer nada dado que estaba abrazando su portafolios, intento bajarlo, pero como en cada estación entraba más y más gente la cual nos apretaba más y más no podía hacerlo, el chico no pudo soportar más y descaradamente volteo ambas manos sobre mis pechos masajeándolos sin ninguna intención de ser disimulado, masajeo mis pechos por encima de mi vestido, e intentaba sacar mis pechos del vestido, pero no podía, una persona que iba detrás de mí se percató de eso y deslizo los tirantitos de mi vestido por mis hombros quedando este arrugándose en mi cintura mientras empinaba las nalguitas para dar mejor facilidad de acceso, las manos se entre-chocaban tratando de acariciar, agarrar, apretar, sobar mi rico y apretadito cuerpo que gozaba con cada caricia sobre mi piel y dentro de mi conchita que ya estaba totalmente húmeda, alguien detrás de mí, no estoy segura si bajo mi vestido, desabrocho mi bra dejándolo caer al suelo y dándole acceso libre y sin problemas al chico del portafolios a mis pechos que sin dudarlo un segundo comenzó a pellizcar y acariciar mis rozados pezones.

Con el sostén en el suelo y mi vestido arrugado en mi cintura entre cerraba mis ojitos al sentir dedos diferentes invadir mi conchita, sobar mis labios vaginales y meterse por toda mi rajita, el que estaba directamente detrás sobaba y apretaba mis nalgas como si se fueran a desaparecer en cualquier momento, dedos entraban y salían de mi panochita con increíble rapidez, un pulgar frotaba mi clítoris aplicando una presión deliciosa que me llevaba al cielo, no pude gemir bajito con mis ojitos bien apretados mientras una onda de éxtasis barría con mi cuerpo, era un banquete los hombres que me rodeaban.

Mas de uno quiso ensartarme un dedo en el culo, pero por alguna razón, quizás la difícil posición de las manos no pudieron, onda tras onda de orgasmos me invadían, así disfrute y goce a lo largo de del trayecto de 10 estaciones alrededor de media hora, aquellos tipos se dieron un festín proporcionándome la mega-manoseada del siglo, varios me susurraban obscenidades y me decían lo puta que era, que era la perra caliente más rica del mundo y que era un deliciosa hembra que me quieran meter la verga por todos lados, etc… Cuando el metro estaba por llegar a la estación donde tenía que transbordar de línea, comencé a decirles a duras penas entre gemidos que ya por favor me dejaran, ya tenía que bajar, la gran mayoría de las manos se apartaron y el chico soltó mis pechos, aunque algunos aún seguían masajeando mi culito y mis piernas, como pude medio acomode mi vestido, y me dispuse a bajar, la gran mayoría de las personas transborda en esa estación hacia otra línea que pasa por el centro de la ciudad, así que no fue nada difícil abrirme paso para bajar puesto que entre todo ese mar de gente solo hay que dejarse llevar por la corriente para salir del vagón, mientras salían muchos me fueron nalgueando y diciéndome obscenidades, yo no seguí el recorrido, espere en el andén a que toda la gente se fuera hacia la otra línea y aproveche para acomodar bien mí ya arrugado y mojado vestido, cuando estaba acomodándolo me percate que no llevaba mi bra, supongo que se quedó en el vagón tirado, por lo cual mis pezones se notaban por debajo de mi vestido, arreglé mi tanguita que estaba como un trapo mojado, puse mi vestido en orden y me dirigí a la otra línea.

Iba con mis piernas como gelatina después de tantos orgasmos y con mis pezones erectos como la goma de un lápiz debajo del vestido medio transparente, cuando llegue a la línea el andén estaba repleto y los trenes que llegaban peor aún, estuve esperando como por veinte minutos a que pasara un metro "decente" en el cual me pudiera subir pero nada, hasta que enviaron un metro completamente vacío para la estación, de igual manera me subí en los vagones para hombres, pero a pesar de los veinte minutos que me sirvieron de descanso aun iba muy agotada por la lo que había sucedido, afortunadamente pude alcanzar asiento y me recosté sobre la ventana cerrando mis ojos para tratar de dormir un poco ya que el recorrido de esa línea es aún más largo que la otra.

Iba media dormida cuando sentí alguien sentarse al lado y poner una mano sobre mi muslo, lo miré y era un viejo de unos sesenta y cinco años, al ver su mano arrugada, su cuerpo viejo, gordo y feo, me dio asco

Antes de poder quitar su mano, el viejo me dijo

- Iba detrás de ti en el otro vagón, yo fui el q te desabrochó el sostén… y me quedé con ganas de meterte mi pito.

Y fue subiendo la mano por el muslo. Al escuchar eso, por la sorpresa no le dije nada y más por el morbo que otra cosa lo deje seguir.

El viejo subía su mano por debajo del diminuto vestido y al tocar mi tanguita, dijo con voz de triunfo

- Sabia q seguías mojada puta…!

El escuchar al vejete decirme puta, hizo que me excitara de nuevo y sin querer abrí más las piernas, una sonrisa malévola se formó en la boca del hombre.

- Así es putita…. Abre esas piernas putita…

Los dedos gordos del viejo se posaron sobre la tanguita y comenzó a sobar mis labios vaginales y clítoris lentamente, por encima de la fina tela.

Me recline de nuevo sobre la ventana a disfrutar de las caricias que me daba.

Las manos de mi acompañante no se estaban quietas, subían y bajaban por mis muslos, de vez en cuando sus dedos se posaban sobre mi vaginita, pero siempre por encima de la tanguita blanca…

La estación donde bajaba se acercaba era la penúltima estación y me puso de pie, el viejo rápidamente tiro de mi brazo hacia abajo diciéndome:

- Si te levantas te golpeo como la puta que eres!!!

Me dio algo de miedo y me quedé sentada en el asiento, quieta, de repente su situación había cambiado por completo. Unos segundos atrás yo era la chica que teniendo piedad de aquel vejete, permitía que este la sobara a placer, ahora el viejo me tenía amenazada con una golpiza si se movía de ahí…

Mientras llegábamos a la última estación el viejo no paraba de amasar mi muslo y sobar mi conchita, al llegar las pocas personas que habían se marcharon dejando con el señor a solas, las puertas se cerraron, me sentía prisionera de aquel hombre, tenía miedo y no me atrevía a decir nada.

Aquí era donde el tren se metía en los túneles oscuros hasta salir de nuevo al andén.

Apenas el tren comenzó a moverse hacia la oscuridad el viejo me sacó del asiento y me puso de rodillas encima de este dándole la espalda. El viejo empujó mi espalda de la hacía enfrente haciéndome que empine aún más mi culito hacia él, apreté los ojos sabiendo lo que se venía. Escuche el cierre del pantalón y sentí las gordas manos del viejo subirme el vestido hasta la cintura dejando mi conchita totalmente expuesta a él.

Una mano gorda me tomó de la cintura fuertemente mientras sentía la cabeza de su verga ponerse entre sus labios vaginales, respire hondo, el viejo gordo me la iba a meter, sin más miramientos, me enterró la verga entera hasta las bolas haciéndome gemir como una perra en celo, el viejo gemía y gruñía obscenidades mientras enterraba su miembro una y otra vez en mi conchita.

Lo único q se escuchaba en el vagón eran los fuertes gemidos que salían de mi boca, los gruñidos del vejete y el jugoso mete saca de una verga entrando y saliendo de mi conchita empapada acompañado del distinguido SPLAT SPLAT SPLAT SPLAT de la pelvis del viejo sobre mis nalguitas.

El viejo sabia q tenía poco tiempo para disfrutar de mi cuerpo de la chica y tomándome de los hombros con ambas manos, empujó su verga aún más profundo con fuertes embestidas haciéndome gemir más y más.

El señor me agarró de los hombros y comenzó a darme embestidas fuertísimas….

El caso era que el viejo me tenía agarrada de los hombros me metía la verga sin piedad, me tenía de rodillas con mi espalada arqueada dándole toda mi conchita en bandeja de plata, las embestidas eran brutales y yo tenía las manos bien sujetas al respaldo del asiento, esto se añadía al increíble morbo que tenía al sentirme usada como un juguete sexual por este viejo, quien pronto con alaridos anunciaba que se corría….

Afortunadamente el viejo se había puesto un condón y evitó tener mi conchita inundada de semen del viejo.

El sudor del vejete me caía en los cachetes de mi culo mientras sentía el miembro duro que me acababa de penetrar a duras embestidas hacerse nada dentro de su conchita, el respirar del viejo era como si hubiera corrido una maratón y lentamente se salió de mí, rápidamente arregle mi ropa justo antes de salir a la fuerte luz de la primera estación.

La severa cogida no duró más de cinco minutos, pero el morbo de haber sido manoseada a placer por tantos hombres, y luego ser usada como putita personal era increíble, y para sellarlo con broche de oro, antes de salir del vagón el viejo me dijo:

-Abre la boca puta…

Y me metió el condón usado en mi boquita diciendo:

-A todas las putas como tú les gusta masticar chicle… y dándome una palmada en las nalgas bajo la mirada de los que entraban el señor se fue.

Como una buena perrita sumisa, mastique el condón como un chicle y trague todo el juguito que salió de él.

Llegue a la estación donde tenía que bajar y tome el camión a mi trabajo, ahí si pude dormir jeje.

Espero les haya gustado mi relato

Nott

 
 
 

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