Cliente de Confianza
- gerardoruiz73
- 25 ago 2019
- 4 Min. de lectura
Después de un tiempo de ser mi cliente, la confianza mutua fue creciendo, así, de vez en cuando yo le daba crédito sabiendo de antemano que nunca me había quedado mal al pagar, una semana antes me había comentado que se iría de vacaciones a su pueblo, que si podía prestarle la mercancía y enviársela por unos días, dejaría a una persona como responsable al frente de su negocio y esta seguiría trabajando mientras él se ausentaba esos días, quedó muy formal que a su regreso en cuatro días él me pagaría, así lo hicimos y al cuarto día me llamó diciendo que se quedaría unos días más, que si lo podía seguir apoyando con la mercancía, dude un poco y creo que lo notó y entonces me dijo, si quieres puedes ir tu por el dinero, me pareció una buena idea para que la deuda no creciera, así que le dije que pasaría a su negocio por la tarde, al negocio no me respondió, mejor pasa a la casa para que te lo den, de esa manera lo hice y llegué a su casa alrededor de las seis de la tarde, me abrió la puerta su hija, una muchacha de aproximadamente unos treinta años de edad, rubia y alta como son las mujeres de los altos de Jalisco con ojos de color miel, solamente la había visto un par de veces y muy rápidamente y sabía que era su hija y vivía ahí con su esposo en casa de su papá, que era viudo, le comente que estaba ahí por lo del pago de la mercancía, a lo que me respondió que lo sabía que su papá le dijo que yo iría, me invito a pasar a la sala, ella vestía una blusa holgada blanca casi transparente y una falda un poco corta, dame un momento para ir por el pago me dijo, así que me senté en el sillón y espere, no habían pasado más de cinco minutos cuando me llamo desde una de las recamaras lo noté y pregunté dónde estaba, aquí al final del pasillo me contestó, camine al final del pasillo y la vi sentada de frente en la cama con los paquetes de dinero separado en cuatro partes, me acerque y me dijo, aquí están los pagos separados por día para que los cuentes, me senté en la cama frente a ella y los paquetes para contarlos, comencé a contarlos pero mi mirada se desviaba en automático hacia ella, su posición en la cama recargada en la cabecera y la mirada fija en su celular me permitió bajar la vista, me pareció que de manera consiente ella abría un poco las piernas y me dejaba ver por en medio de sus piernas su ropa interior que era de un color blanco al igual que toda su ropa, me desconcentre y no podía contar de manera asertiva el dinero además de ponerme un poco nervioso, lo intente un par de veces equivocándome en ambas, ella lo noto, volteo la vista y me pregunto “falta dinero” y sonrió, no, solo que me equivoque al contar le contesté, mientras yo contaba ella se reacomodo en la cama se reclino un poco más sobre la cabecera y abrió más las piernas al punto de dejarme ver las comisuras entre sus piernas y su ropa interior, me concentre en contar y al terminar para romper con ese silencio incomodo que se generó le pregunte “Como está tu esposo” yo sabía que ella estaba casada hacia un par de años y de igual manera yo conocía a su esposo de vista únicamente, “bien” me respondió, pero como ves me dejaron solita cuidando el negocio, como es eso le pregunte, pues si, se fue con mi papá para ayudarle con unos asuntos de su pueblo y no tenemos a nadie de confianza para dejar el negocio solo, ¡qué mal! le respondí, pero bueno si solo así las cosas las pueden organizar hay que hacerlo, sin pararse de la cama puso su celular en la cama y me preguntó, ¿oye, a ti te gusta hacer travesuras? Pensé haber escuchado mal y puse cara de no haber entendido, a lo que ella reaccionó enderezándose un poco y poniendo su mano izquierda entre sus piernas cubriendo de mi vista su entrepierna, y me dijo un con un tono un poco apenado, “perdón pero no te he ofrecido nada de tomar, quieres algo, agua, refresco o algo con alcohol también tengo, y antes de que le contestara se levantó de la cama y salió del cuarto dirigiéndose a la cocina, yo tome el dinero y la seguí, al mismo tiempo que le contestaba que no hacía falta que ya había contado todo y estaba bien, entre a la cocina detrás de ella y vi cómo se agacho un su alacena sabiendo que yo estaba detrás dejándome ver un poco debajo de su falda y su figura delineada por esas exquisitas nalgas que sobresalían de los limites de su ropa interior, me quede viendo con un poco de nerviosismo y decidí actuar aunque nunca ha sido mi fuerte la seducción, y le dije “tu ropa interior ya me puso nervioso” y ella volteo a verme y me dijo “y si me la quito se te quitaran también los nervios”, “probemos” le conteste, ella dejo el vaso que había tomado sobre la barra de la cocina y se acercó, agarro mi mano izquierda y la puso en su entrepierna que se sintió tibia al tacto, y continuó sin soltarme la mano dirigiéndose nuevamente a la habitación, la tome por la espalda ya excitado tocándole sus senos por encima de la ropa y rozándole las nalgas con mi pene y mordiéndole el cuello que pareció encenderla más, caímos en la cama y me hizo y me dejo hacer lo que solo en la imaginación había hecho, terminamos y me despedí diciéndole, “ojala pueda apoyarlos con el crédito en alguna otra ocasión” y ella solo contestó, “se lo recomendare a mi papá.

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